
Gallart (hidrólogo): Menos densidad de bosques para aprovechar mejor el agua
Por Roberto Cubero
Urdaibai (Bizkaia), 1 nov (EFE).- “Más prados, más claros con vacas pastando, y menos densidad de árboles”, es la receta del hidrólogo Francesc Gallart para aprovechar mejor el agua, porque el bosque continuo, cerrado por arriba, es el que consume más agua.
Gallart, científico del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), ha visitado la Reserva de la Biosfera de Urdaibai (Bizkaia), invitado por el proyecto Life Urbaso.
¿Por qué más prados? Lo primero que hace Gallart es desmontar un mito que se reproduce hasta en los libros de texto: que el bosque produce más lluvia.
Esa idea se atribuye a Cristóbal Colón, que tras pasar por Canarias, unas islas desiertas, fue a las Antillas y vio mucha vegetación. “En vez de entender que había más vegetación porque había más agua, dijo que llovía más porque había más vegetación. En realidad, el bosque no atrae el agua”, explica Gallart.
A Gallart le agrada su primer vistazo a Urdaibai: “Me llama la atención que hay varios tipos distintos de árboles. Hay mucho pino, algunos con esta enfermedad de la banda marrón, y también algunos eucaliptos, pero también mosaicos con prados y caseríos. Esperaba una masa de árboles más continua de la misma especie, y he visto que hay claros con caseríos”.
“Es un tipo de paisaje que desde el punto de vista del agua hay que potenciar. No hay que tener masas continuas de bosque, sino un mosaico, que se abra”.
¿El motivo? “Lo que he aprendido estos años es que el bosque continuo es el que consume más agua. En el momento en el que lo abres y hay claros, la vegetación no es arbórea sino herbácea y son áreas mucho más positivas. No solo por el consumo de agua, sino también por los incendios. Cuando más continua y homogénea es la masa forestal, más peligro”.
Eucaliptos
En muchas zonas de España en los últimos años se están plantando más eucaliptos, un árbol que Gallart no ve mal en sí mismo, como especie individual, sino por la explotación que se hace de él.
“Está bastante mal visto como un gran consumidor de agua, pero no creo que sea mucho más consumidor que otro tipo de árboles”, opina, pero sí ve dos peligros.
El primero, el modo de plantarlo, sobre lo que repite la teoría de dejar espacio entre árbol y árbol: “por ahí el agua llega al suelo. Pero si los árboles están muy juntos, al crecer se cierran y forman una corona continua que impide que el agua caiga”.
“Cuando estás en un bosque tupido y llueve puedes tardar diez minutos en mojarte, y es que se calcula que entre el 15 y el 20 por ciento del agua de la lluvia no llega al suelo. El agua se queda en las hojas y no llega al suelo, se devuelve a la atmósfera. Por eso, el máximo de consumo de agua de un bosque es cuando se cierra la cubierta”.
El segundo peligro se da a la hora de talar: “he visto eucaliptales cortados que dejan un paisaje dantesco, con caminos, desbrozados. El momento de cortar es un momento crítico, porque deja una agresión muy fuerte en el territorio, todo erosionado. Dicen que plantan árboles para evitar la erosión, y resulta que el día que los cortan se produce tanta erosión como si no hubiera habido árboles”.
Así que el consejo de Gallart es claro: “hay que hacer una gestión lo más fina, lo más saludable posible, del bosque”. EFE